En estos días especiales de Semana Santa me he sumergido en la lectura del libro "La audacia de la pasión" de Carlo Mª Martini, en el que el Cardenal hace un profundo recorrido por el itinerario espiritual vivido por el apóstol Pedro. Entresaco este párrafo que me gustado de manera especial:
Evoco brevemente el primer encuentro, cuando Pedro se siente conocido personalmente y Jesús le da el nombre de Cefas. Un encuentro fugaz, que no se esperaba; he aquí que con una sola palabra Jesús lo ha marcado profundamente, con un gesto de atención lo ha conmovido en lo más íntimo, y él ya nunca más olvidó ese día. Leemos en el evangelio:
Andrés encuentra primeramente a su propio hermano, Simón, y le dice: "Hemos encontrado al Mesías". Y le llevó a Jesús. Fijando Jesús su mirada en él, le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas -que quiere decir, Pedro-". (Jn 1, 41-42)
La mirada de Jesús es una mirada profunda, penetrante, de comprensión, de afecto, de ternura, de atención singular. Y nosotros podremos tal vez recordar ese momento, distinto para cada uno, en el que hemos comprendido que Jesús había puesto su mirada en nosotros; para unos sucede en los primeros años, para otros de adolescentes y para otros de jóvenes. Es el momento en el que hemos sentido que algo distinto se movía dentro de nosotros, que el Señor se interesaba por nosotros, que nos miraba y nos llamaba precisamente a nosotros.
Carlo Mª Martini, La audacia de la pasión (Ed. Khaf)