Con la aprobación parlamentaria de la LOMCE, y la regulación de la asignatura de Religión que contempla, asistimos de nuevo a un debate público acerca de la conveniencia o no de la enseñanza religiosa escolar en la escuela y sobre la identidad que ésta debe tener.
En estos momentos es bueno no perder de vista “lo importante” y saber destacar todas las “cosas grandes” que encierra la clase de religión. A ello puede ayudarnos una carta pastoral de Ms. Jesús Sanz -arzobispo de Oviedo- que fue publicada antes del verano. La rescatamos en este momento porque puede ayudarnos a tener presente de nuevo la enorme riqueza de nuestra asignatura. Se puede descargar más abajo, pero me permito ahora destacar unas líneas:
La cultura que ha generado el Cristianismo, el derecho, las iniciativas sociales, las páginas de heroico testimonio y santidad, la literatura, la música, la escultura, la pintura, la arquitectura, todo quedaría relegado a una torpe censura en aras de un inculto prejuicio y de una ignorante ideología. No se trata de pedir para las aulas de nuestros niños y jóvenes la catequesis, sino la formación religiosa para poder aspirar a una educación que sea completa e integral. […]
Apuntar o apuntarnos a la religión Católica en la escuela, es una manera de cultivar una visión del mundo, tener un juicio sereno sobre las cosas, e ir asimilando la sabiduría bella y bondadosa que la cultura cristiana ha sido capaz de generar.
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Fuente | IglesiadeAsturias.org
En este debate interminable nunca estaremos de acuerdo, los creyentes tenemos una visión del hombre, del mundo y de la sociedad diferente a los no creyentes que juzgan esta formación como algo mítico que se puede dar en otras asignaturas. La clase de Religión no es catequesis, pero sus contenidos son difícilmente entendibles si no es desde la perspectiva de la fe. Otra cuestión: ¿Cómo la evaluamos? si cada vez se apuntan menos alumnos, hay pocas horas y hay que mantener a los que hay, no podemos dar un nivel académico serio y exigente, hay que hacer “juegos malabares” para que los chavales estén a gusto, quieran seguir pero al mismo tiempo que aprendan sin hacerles trabajar demasiado.