Un 23 de diciembre, en pleno repunte de la pandemia, a toda prisa, sin contar con la voz de la Comunidad Educativa -ni en el Congreso ni en el Senado- ha sido aprobada una nueva Ley Educativa en nuestro país.
El sentimiento de desazón y de cierto hastío será muy común en muchas personas implicadas en la tarea educativa ante esta noticia. Probablemente, mucho más entre el profesorado de Religión, quienes contemplamos que la asignatura se minusvalora una vez más en la octava ley educativa de nuestra democracia.
¿Y ahora qué? Para ayudar a dar respuesta a esta pregunta que volverá a preocupar una vez más a los alumnos, familias y a los profesores de Religión, es muy conveniente leer el completísimo análisis que ya ha realizado Carlos Esteban en Religión y Escuela. Dejamos aquí los enlaces directos a los artículos que tratan de dar respuesta a estas preguntas: